Tras un largo período de decadencia en la primera mitad del siglo XIX, la segunda mitad de dicha centuria verá un nuevo despegue de Cartagena a causa del gran auge de la minería, que, a su vez, sirvió de estímulo para la industria y el comercio. Será ésta la época en que Cartagena, tras las destrucciones provocadas por la revolución cantonal de 1873, adquiere su fisonomía actual, al construirse numerosos edificios de carácter público y privado que reflejan las tendencias eclécticas y modernistas imperantes entonces en España.
El día 4 de enero de 1897, se publicó el proyecto del Ensanche, importante hito que marca la expansión de una ciudad confinada en los estrechos límites que imponía su muralla. Durante este periodo Cartagena vive su especial edad de oro, provocada por el auge de la minería y del comercio.
La nueva arquitectura en Cartagena abarcaba todos los sectores de la actividad de la ciudad: teatros, comercios, fábricas, almacenes, establecimientos militares y viviendas. Todos ellos reflejaban la nueva bonanza económica que disfrutaba la ciudad. Las fachadas se convirtieron, entonces, en la manera de mostrar el poder de sus habitantes, elementos arquitectónicos cuajados de profusa decoración, a veces con gran carga simbólica, que aportaron movimiento a la sólida textura de los paramentos, mediante el empleo de yesería, cerámica vidriada, forja y trabajos en vidrio.
Podemos destacar como ejemplos de edificios modernistas de Cartagena los siguientes:
La estación de ferrocarril, en la que destacan los elementos decorativos modernistas como los hierros de puertas y columnas, la marquesina y la ventana termal de la fachada. En el interior solo se conservan algunos detalles de la que fue su decoración modernista.
El Palacio Aguirre, construcción dominada por la torre rematada por una brillante cúpula. A partir de ella se despliegan dos fachadas profusamente decoradas con motivos cerámicos de aire rococó, y con abejas en la torre, símbolo de laboriosidad.
La fachada de la Casa Maestre está inspirada en la de la Casa Calvet de Gaudí, con reminiscencias barrocas. Es la única parte que se conserva.
La Casa Clares, proyectada por el arquitecto cartagenero Mario Spottorno (1907), donde destaca la fachada de la calle del Aire por la evidencia del estilo modernista en la cornisa, vidrieras, detalles florales y los capiteles de la planta baja.
Las distintas fachadas del Palacio Consistorial son de construcción ecléctica, de estilo afrancesado, y diferentes entre sí. El estilo modernista se manifiesta en las pinturas y detalles decorativos de la zona noble del vestíbulo y en la primera planta.
La Casa Cervantes fue la primera obra de Víctor Beltrí. Destaca por sus dimensiones sobre los demás edificios modernistas situados en esta misma calle.
En el Casino, la portada dieciochesca recuerda el origen del edificio, antigua casa del marqués de Casatilly, remodelada definitivamente por Víctor Beltrí hacia 1897. En el interior destaca el patio. La decoración y el mobiliario son modernistas.
La Casa Llagostera, de 1916, presenta una fachada concebida como soporte de la decoración cerámica. La obra cerámica de Gaspar Polo reproduce las figuras alegóricas de Minerva y Mercurio y los escudos de Barcelona, Cartagena y Manlleu.
El Gran Hotel, obra del arquitecto Víctor Beltrí de 1912, recibe la influencia del Modernismo vienés y francés. Se distingue por la alternancia del uso de colores para evitar la monotonía en los seis pisos y por los detalles decorativos como los hierros de puertas y marquesinas.
La Casa Dorda, obra del arquitecto Víctor Beltrí, combina el popular mirador con una importante balconada corrida. La fachada con remates curvos decorados con molduras y adornos florales es de inspiración barroca.
La Casa Zapata, también obra de Víctor Beltrí, es de estilo modernista de inspiración gótica. Destacan en el exterior el pórtico sobre columnas y la torre almenada y los remates de influencia vienesa en el muro. El patio interior está cubierto por una vidriera de estilo árabe.